Los medios de comunicación nos muestran a diario
cientos de noticias sobre las situaciones que ocurren en nuestro país y en el
mundo. Algunas de ellas nos impactan más y otras menos, según las
circunstancias que nos rodean. Yo no suelo escribir sobre este tema pero en
estos días he sentido la necesidad de expresar cómo me siento ante una de las
últimas noticias que bombardean periódicos y telediarios: la sentencia de Juana
Rivas.
Día a día trabajo en mi consulta de psicología con
niños vulnerables por las situaciones que les rodean en sus familias y
profundizo en las emociones que sienten ante todo lo que les rodean, a lo que
difícilmente tienen que aprender a adaptarse con tan sólo pocos años de edad.
Es duro....muy duro....menores que viven separaciones traumáticas, padres
egoístas que sólo miran por sus intereses y no por lo más preciado de sus vidas
(sus hijos), maltrato hacia ellos o hacia familiares.....y todo visto desde la
mínima madurez de un niño que apenas sabe aún lo que es la vida.
Mi sorpresa ante la sentencia de este caso es la
poca consideración que se ha tenido por el bienestar emocional de los niños.
Este artículo no pretende poner en tela de juicio el proceso jurídico pero
incluso el propio abogado del padre de los niños ha considerado que “la
sentencia es cruel”. Mi pregunta es ¿alguien ha buscado el beneficio de los
menores al emitir dicha sentencia?. ¿Soy la única que piensa que es excesivo?.

Desde aquí, sólo pretendo que todos nos
concienciemos de las necesidades emocionales que tienen los menores y de velar
por mantenerlos al margen de todo aquello que les pueda afectar en su
desarrollo. Son niños, vamos a respetarlos y a procurar el hacer bien las cosas
para que ellos no sufran antes de lo que sus vidas les tenga preparado. Todos
somos responsables (jueces, abogados, profesionales de la enseñanza,
psicólogos, padres...).....intentemos tomar decisiones que miren por su
bienestar.