Una vez más, el tiempo se
manifiesta como dueño de nuestras vidas y en un abrir y cerrar de ojos, casi
sin darnos cuenta, ha marcado el final de la época estival (al menos en
España), dando paso al frío y a la lluvia como indicadores de la entrada en
otoño. Los días de paseos por la playa, de tardes interminables de luz y de
convivencia con amigos y familiares han pasado, y ahora debemos adaptarnos al
ritmo del invierno con el mismo entusiasmo y fortaleza con el que iniciamos las
vacaciones.
Tras el descanso veraniego,
retomo mis artículos mensuales queriéndoos aportar al menos, una pizca de
positividad que nos ayude a todos a afrontar la rutina con mayor bienestar y
felicidad, que en definitiva, debe ser nuestro objetivo final en la vida.
Durante estos meses, he
profundizado en el estudio de la Psicología Positiva y en los resultados que el
desarrollo de emociones positivas tiene sobre el ser humano, que a grandes
rasgos, nos van a permitir ampliar nuestros recursos intelectuales, físicos y
sociales, los van a hacer más duraderos y van a aumentar nuestro capital
psicológico (optimismo, resiliencia, esperanza y autoeficacia) al que podemos
recurrir cuando nos enfrentemos a una amenaza o una oportunidad. Por tanto, ¿se
dan cuenta de la importancia de experimentar emociones positivas?, ¿en su día a
día llevan a cabo actividades o actitudes que se las generen?.
Tradicionalmente, nos han
enseñado a manifestar las emociones negativas (miedo, tristeza, ira, ansiedad,
etc.) que amenazan nuestro equilibrio, restándole importancia a la base de la
vida del ser humano: el bienestar. Por ello, es importante conocerlas, para lo
cual vamos a seguir la clasificación que el mismo Seligman (pionero en su
estudio) considera:
- Emociones positivas que genera
el pasado, como la satisfacción, la complacencia, la realización personal, el orgullo, la serenidad, la gratitud, etc., las cuáles están determinadas por los pensamientos
que tenemos acerca de aquello que hemos vivido.
- Emociones positivas
relacionadas con el presente, que se centran en el momento actual,
destacándose la alegría, el éxtasis, la tranquilidad, el entusiasmo, la
euforia, el placer y la fluidez.
- Emociones positivas respecto al
futuro, que surgen a partir de pensamientos que tenemos acerca de lo que
está por venir, como el optimismo, la esperanza, la fe y la confianza.
Una vez conocidas las emociones
positivas, os invito a reflexionar sobre cada una de ellas, su existencia o no
en nosotros y los beneficios que nos generan….
En conclusión, intentemos ser
positivos en nuestras vidas, contagiemos a la gente de nuestra alegría, de
nuestro optimismo porque cada día sea un poco mejor, de la confianza de lograr éxitos,
del orgullo de haber conseguido metas, de la satisfacción de haber vivido mil
tipos de situaciones distintas, de la gratitud de los que nos tienden su mano,
del placer de disfrutar de las pequeñas cosas, y de la esperanza de envejecer
en el amor con uno mismo y con los que nos rodean. Estoy segura que de esta
forma alcanzaremos mayores cotas de bienestar.
Espero que hayáis disfrutado de
un buen verano. Hagamos el esfuerzo de ser más positivos y recordad: “Sonreíd siempre, pues nunca sabéis a quien
podéis alegrar con vuestra sonrisa”.