La importancia de la figura de
los adultos sobre el desarrollo de los niños es uno de los temas que me
apasionan y que me parecen de gran relevancia, especialmente en el contexto en
el que vivimos. Hace algunas semanas, quise transmitir que el aprendizaje
vicario a través de la observación e imitación nos convierten a los adultos en
modelos centrales para los más pequeños, de manera que debemos cuidar todos
nuestros comportamientos para “sembrar
aquello que después queremos recoger”.
Pero hoy quisiera profundizar en este
rol de continuos y eternos maestros que comenzamos con nuestra labor desde que
los bebes llegan a este mundo y que se prolonga durante toda la vida,
analizando las áreas que constituyen la base del desarrollo de los niños.
Según esto, los adultos debemos
ser una constante fuente de estimulación de los niños, quienes nacen con apenas
algunos reflejos que les permiten sobrevivir. A partir del momento que
comienzan su andadura por la vida, es labor nuestra la de enseñarles,
mostrarles su contexto, acompañarlos en sus primeros pasos y descubrir juntos
el mundo que les ha tocado vivir. Desde el primer mes de vida, nuestra tarea
tiene que ser ayudarlos a progresar en los pilares básicos sobre los que se
sustenta el desarrollo, los cuáles son:
- Área motora: engloba la
expansión subjetiva (el ayudarlos a conocer su entorno, a que exploren), la
motricidad gruesa (gatear, andar, correr, saltar, subir, bajar, etc.), la
motricidad fina (movimientos de las manos y los dedos para coger las cosas,
para soltarlas, etc.), la lateralización (derecha-izquierda), y el esquema
corporal (conocer su cuerpo).
- Área comunicación-lenguaje:
estimularlos para que emitan sonidos que luego pasarán a convertirse en sílabas
y después en palabras, que primero emplearán de forma egocéntrica y ecolálica (hablar
consigo mismos y repetir todo lo que escuchan) para dar paso al lenguaje
socializado, con el consiguiente aumento de vocabulario.
- Área socio-afectiva:
ofrecerle a los niños seguridad para permitir la expansión subjetiva, darles
autoconfianza para que exploren y se enfrenten a cosas nuevas, reforzarle su
autoestima, y favorecer la socialización con otros semejantes y adultos.
- Área autonomía: enseñarles
los hábitos del aseo, la alimentación, el sueño, el vestido, el control de
esfínteres, entre otros, para favorecer su independencia.
- Área perceptiva-cognoscitiva:
estimular el desarrollo de su percepción (a través de los sentidos) y de los
procesos psicológicos básicos (atención, memoria, emoción, motivación,
aprendizaje).
Ésta es la tarea que tenemos que
llevar a cabo como educadores de nuestros hijos, sobrinos, hermanos, nietos,
familiares, amigos o simples adultos que tengamos contacto con los niños:
fomentar y estimular cada una de estas áreas que les permitan avanzar en su
desarrollo y madurar, para ir atravesando cada una de las etapas de sus vidas
sin que aparezcan problemas o déficits que puedan mermar su progreso.
Por tanto, en nuestra mano está
la responsabilidad de hacer de esos bebes que llegan al mundo “desnudos de
saber”, unas personas maduras y capaces de enfrentarse a la vida y a la
sociedad con la suficiente firmeza y entereza de un desarrollo que comenzó y se
forjó bajo unos “buenos maestros”.
Y recordad: “en las edades tempranas, lo que un niño SABE hacer y HACE, está muy
condicionado por las experiencias que tenga”……………de nosotros depende.